Opening Night, 31 de Julio de 1969. La vuelta a los escenarios.
Corría el año 1969 en la vida de Elvis. Tras sus gloriosas sesiones de grabación en los American Sound Studios y sus últimos coletazos en Hollywood, Elvis ya estaba preparado, aunque aún lleno de miedos y acompañado por sus fantasmas, para enfrentarse de nuevo a su público. Tenía prevista una temporada en Las Vegas, que duraría desde el 31 de Julio al 28 de Agosto.
Todo estaba listo para que ese día 31 de julio de 1969, en el Hotel International de Las Vegas, Elvis realizara su ansiada aparición, en un momento de la historia de América en que la Ciudad del Pecado ya estaba lista para recibir a Elvis.Todo en Las Vegas había cambiado desde que actuó en 1956.
Elvis diría que fue la noche más emocionante de su vida, aunque realmente, tenía tanto miedo que incluso le dijo a sus amigos y miembros de la Memphis Mafia, que esa primera noche no asistieran al show, si no que lo hicieran al día siguiente, ya que pensaba que después de esa noche nadie iba a querer volver a ir a verlo.
Pero la realidad era muy distinta. Vestido con su traje de dos piezas negro al estilo de karate, con su cabello tenido de negro, subió a aquel escenario, ante 2.200 personas, como una auténtica pantera. Ni los ocho años transcurridos desde su última aparición en público habían cambiado su fuerza, su arrojo salvaje, su enorme atractivo, su sexualidad. Este show, al igual todos los demás, rompió todos los cánones establecidos en Las Vegas y todos los récords de audiencia. Su grandiosa presencia escénica, con una soberbia potencia vocal, una buena selección de canciones, y con su música eléctrica y agresiva corriendo por sus venas, empapó los oídos y los corazones de todos los allí presentes.
La Orquesta de Bobby Morris, sus nuevos e impresionantes músicos, Las Sweet Inspirations, los Imperials... Todo estaba listo para que Elvis hiciera su aparición. El comediante Sammy Shore, que era el encargado de presentar el espectáculo, vió aquella noche el pánico en los ojos de Elvis, vio como cuando le dió la entrada al escenario, Elvis estaba pálido, macilento, absolutamente paralizado por el miedo escénico. Pero 2.200 personas esperaban ver al rey, a la leyenda, y Elvis se arrojó al escenario para entregarles todo aquello que esperaban de él, todo lo mejor de sí mismo, como si no hubiera pasado ni un solo minuto desde aquel último día en el Bloch Arena de Honolulu, en el que Elvis había pisado por última vez un escenario.
Damas y caballeros, con todos ustedes Elvis Presley!... el Rey ha vuelto!.
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